Cada vez que se presenta en la pista de Monterrico, Isadora Duncan exhibe su jerarquía como corredora. Luego de conseguir cinco victorias estelares consecutivas, lo suyo no es sino la consolidación de una importante campaña. Por la estrategia que le plantearon, quizá la última de ellas, en el Clásico Arrabal (L) fue una de las más exigentes, pero con su clase y la determinante conducción de Martín Chuan, pudo sortear el reto y sumar su noveno triunfo desde su primera actuación a mediados del 2020 .

En la carrera, partiendo del primer cajón, Isadora Duncan picó bien y salió a comandar el lote, pero enseguida Puertorriqueño, con Erick Arévalo en su silla, decidió ir a presionar con resolución y, antes de los cuatrocientos metros, ya se había posicionado en la punta. Aplicando una rápida interpretación, Chuan no se complicó e hizo que Isadora Duncan, sin perder el ritmo, dejara pasar al hijo de Badge of Silver; así, quedó colocada segunda, casi en línea con Manolete, el compañero de corral de Puertorriqueño, que apuraba la marcha exigido por Víctor Salazar. Más atrás, sin reales chances, iban King Goldbird y Barbón.

Al desembocar en el derecho, Puertorriqueño dio todo de sí para aferrarse en la vanguardia, pero el feroz ataque de Isadora Duncan pudo más. Desplegando su característica velocidad, la entrenada por Rafael Herrera, cerca de los doscientos metros finales, pasó a mandar sobre la competencia; y, aunque Manolete acortó distancia con un raudo avance, no le alcanzó para quebrar la resistencia de la castaña de cuatro años, que lo superó finalmente por ¾ de cuerpo.

Así, imponiéndose en un escenario más complicado, Isadora Duncan marcó el tiempo de 1.19.65. Al parecer, no representa problema alguno para la egresada del Haras Barlovento enfrentarse a los machos, pues sus dos últimas así lo acreditan. Acumulando este tipo de carreras, seguramente, la joven hija de Kung Fu Mambo y Sigulda, seguirá incrementando éxitos en su notable palmarés.

Foto: Jockey Club del Perú.