¿Al pelotazo?
La semana pasada, Olimpia venció 3-0 a Sporting Cristal en Lima. Por su parte, hace algunos días, la selección paraguaya sub-17 superó a la peruana por 2-0. Ambos triunfos revelaron un gran rendimiento y buen juego de los visitantes. Algunas personas han señalado apresuradamente que estos partidos no hacen sino demostrar la superioridad en general del fútbol paraguayo sobre el peruano.
Sin embargo, más allá de estar de acuerdo o no con tal sentencia, considero que estos dos partidos nos muestran la falsedad o la fragilidad de ciertos “sentidos comunes” —también podría decirse estereotipos— naturalizados y que, de cierta forma, moldean nuestra forma de analizar el fútbol. Me refiero, en principio, a los siguientes: “los equipos paraguayos siempre juegan al “pelotazo” y se "meten atrás” y “todos sus jugadores son recios, buscan el choque”.
Si se revisan ambos partidos, tanto Olimpia como la selección juvenil paraguaya salieron al terreno de juego a buscar el protagonismo, a presionar con orden en cada zona del campo y posicionarse inteligentemente para recuperar de forma efectiva . Cuando disponían del balón, estaban bien organizados para generar juego y construir situaciones de ataque incorporando a varios hombres. En ambos equipos, vale agregarlo, fue muy importante la amplitud y el aporte de los volantes exteriores —revísese el tercer gol de Olimpia—. Además, para ejemplificar con el caso de la sub-17, ésta contó con la presencia de un extraordinario volante como Ovelar, quien, durante todo el partido, se ubicó “entre líneas” y, desde ahí, dirigió las progresiones ofensivas y asociaciones de su equipo. En suma, el desarrollo del juego nos expone que “el pelotazo” no fue la estrategia de ninguno de estos dos cuadros, ni se “metieron atrás”. Mostraron, con las particularidades propias de cada jugador y sus implicaciones colectivas, el seguimiento de una «idea de juego», en la que la disposición del balón no tenía “poca importancia”.

fuente: facebook olimpia
A pesar de lo señalado, aún es común oír comentarios —en este caso, sobre los paraguayos— que reducen toda la riqueza y los matices propios del fútbol y sus protagonistas a una relación supuestamente causal entre el suelo en el que se nace y el desenvolvimiento en un terreno de juego. Así, los entrenadores y sus planteamientos, elecciones tácticas y demás, no tendrían ninguna relevancia, pues siempre se jugará de una sola forma. Los jugadores —con diferentes cualidades— en conjunto, no manifestarían la emergencia de originales relaciones ni podrían resolver de forma óptima la oposición del contrario, sino solo seguirán un guión predeterminado. Esto, evidentemente, no se sostiene bajo ninguna perspectiva, menos aún desde la histórica.
De pronto resultaría mucho más enriquecedor para nuestra visión futbolística alejarnos de ciertos esquemas estereotipados y atender más a la diversidad y complejidad manifestada por seres humanos inmersos en una actividad tan llena de posibilidades como es el balompié. Las nacionalidades no limitan ni imponen una única forma de moverse, asociarse, organizarse y demás a los equipos y sus integrantes.
Olimpia y la selección sub-17 ganaron y lo hicieron practicando un fútbol vistoso, con evidentes virtudes tácticas. Mediante el juego y la poca especulación. Reconozcamos sus méritos y valoremos a sus interesantes propuestas futbolísticas.Por cierto —como en cualquier otro equipo —obviamente, en los dos mencionados, se verán centros —distinto a un “pelotazo”, algún "choque", o un agrupamiento cerca al área pero, tal cual se señaló, más responden a las situaciones que presenta el fútbol que a una predisposición “natural”. No nos quedemos con aproximaciones obsoletas que, en el plano del juego, no explican nada ni hacen justicia al trabajo y al logro tanto de los futbolistas como de los cuerpos técnicos.